Vive extraño,
en una Noche
cualquiera,
donde el Sol,
no goza ya de
más espera.
Vive extraño.
Vive para que
Dios lo sepa,
para que sepa
que has vivido
y que aquello
que la Vida expresa,
sea tu mástil y
tu bandera.
Vive… y no
temas.
Vive despacio y
sin cadenas,
aunque sólo sea
por conocer
el día que Hoy
Dios te entrega.
Vive… vive…
vive viviendo en
ti,
sin esperar,
que esa tan alta
vida ansiada,
tenga que acudir
hasta ti.
Vive…
y siente que esa
Vida ya está aquí.
Vive Hijo
y no dejes jamás
de vivir.
Vive…
para que el Dios
Padre y Madre Verdadero,
sientan la
Felicidad,
sintiéndote
capaz de vivir.
Qué extraño
Hijo!!!
Hoy no te hemos
visto llegar hasta aquí.
¿Acaso no
sientes
que el Hogar que
hemos creado ambos para ti,
sostiene la
magia de tu nuevo amanecer…?
Mira Hijo.
Mira hacia aquel
horizonte
y dime que ves.
¿Puedes ver cómo
el Sol despierta al Norte…?
Mírala, mira esa
Estrella
esa que
reverbera cada instante
para que todos
la puedan ver.
Entonces…
tras ello…
ocurrió algo…
Fue entonces cuando
el extraño,
levantó la
mirada
hacia la Estrella
que fulguraba,
y que indicaba
el Camino de los Hijos.
Tal y como lo
hizo,
la Estrella estalló
de Dicha.
Por fin, el
Navegante,
la había visto.
Ya no había
duda,
el extraño se
convirtió en conocido
y sin pensárselo
más,
asió su cálamo y
se puso a caminar.
Allí, escribiría
Él mismo
la Obra de su
próximo destino,
sin que los
Padres lo tuvieran que guiar.
Vive… Vive… Vive
y no temas más…