LA PLUMA VIBRA IMPULSADA POR LA MANO FIRME QUE ESCRIBE AQUELLO QUE EN SU INTERIOR VIVE

BAJO EL BREZO

Enzarzada,
en miles de cánticos,
suspendida.
Vileza,
de ese amado mío,
que sostiene la lumbre,
al cabo del día.
Bien amado,
bienaventurado
aún así te digo,
pues debajo de este linaje,
claro es el día
cuando te escribo.
Y perece,
al acecho del horizonte,
quieto en su almohada,
duerme.
Agachada,
por cientos de ramas,
ocultada.
Y perezco,
sola y siempre
cuando duermo,
alcanzando,
todo mi nombre
y todo tu verbo.
Aquí, a mi lado,
sosegado y tierno,
al abrigo,
de un anciano brezo,
que se lastima,
cuando la noche tiñe,
de cálida nostalgia
todo su cuerpo.
Casi andando,
apocada y cabizbaja,
me mantengo,
no puedo con esta lucha,
todo en el día,
se me hace eterno.
Pero aquí sigo,
enzarzada ,
en la orilla del mar,
encrucijada.
Expectante,
admirada por alcanzar,
ese gran hogar,
de nuevo.
Una voz se me acerca,
sigilosa,
me sorprende,
es un silbido de rosas,
que me arropa
para sumergirme
en nuestros más
profundos deseos.
Socorro,
casi me muero!!!
Casi fallezco,
aún así,
aquí sigo,
arropada y cautelosa,
bajo la sombra
de este,
nuestro mágico brezo.