LA PLUMA VIBRA IMPULSADA POR LA MANO FIRME QUE ESCRIBE AQUELLO QUE EN SU INTERIOR VIVE

SIGILOSOS

Una sigilosa brisa,
mecía a las mariposas que se paseaban,
en una dulce pátina de luz,
que entretejía las cumbres,
oscilantes de colores sagrados,
versátiles y con movimientos
tan sinuosos y libres
que podías apreciarlos,
sin siquiera notarlos.

En esa brisa,
donde el rocío de la mañana,
alcanzaba la más frágil sonrisa,
podía enternecerse el ahora…
presagiando de Ella,
lo más elevado.

Y sonrió de nuevo,
en esa estela azulada,
de caprichosas esferas,
que oscilaban,
buscando inquietas,
el lugar en el que reposar,
para sentir,
como sirviendo y queriendo,
se desea no dejar de vivir jamás.

Sigilosos,
alcanzaron la Colina,
de verdes y saturados aromas delicados,
que vencían el horizonte,
clamando a la Diosa su mirada.

En las estrellas se cruzó un pasajero,
de mirada grácil
que con rapaz vuelo,
siguió encumbrando su nombre
fluyendo de Amor
hasta no cejar de clamar
ni por hambre ni por muerte.
Ese era el milagro,
amar sin ser amado,
obrar sin esperar nada a cambio,
volar sin alas,
sabiéndote libre,
por el Amor, de tu Amada.
Veraz Dama que alcanzó la cumbre,
encumbrada por su esencia,
y por el Amor que su Caballero,
le brindó con toda su Alma.